martes, 7 de diciembre de 2010

Cada vez somos más los que creemos menos en aquellas cosas que llenaron nuestras vidas

Tendemos a dar por sentado todo. A acostumbrarnos a las cosas. Llegamos a creer  (inmersos en nuestra ingenuidad) que  esos pequeños detalles cotidianos que conforman nuestra vida son inamovibles y permanecerán ahí siempre.
 Un ‘’despierta,tienes que ir a clase’’ propio de tu madre, una Coca-Cola con ese amigo que te hace sonreir,el placer de estar bajo una manta calentita mientras fuera llueve y truena, tararear tu canción favorita mientras te arreglas para salir…Miles de momentos, de microfragmentos de vida. Miles de sentimientos ligados a ellos. Tanto significan que yo creo que constituyen la base de nuestra existencia.
¿Qué pasa cuando uno de esos pilares se tambalea? Y hablando de ellos querría centrarme en el de la amistad. Amistad. Escribirla así, sola, ya impresiona. Qué gran palabra dirán unos, cuánto significado, pensarán otros. Y se quedan cortos. No voy a intentar definirla ya que otras personas, más experimentadas e inteligentes que yo, se han prestado a esa tarea.
 Sin embargo, quiero preguntar: ¿Qué pasa cuando ves que esa compleja red de sentimientos y momentos compartidos puede desaparecer? ¿Borrarse por completo? ¿Extinguirse? Pues sobreviene mucho desorden, catástrofe y caos aderezado con un poquito de decepción, tristeza, desilusión y dolor. Pensareis: ¡Pues vaya exagerada ésta, que se tome una tila y que se calme! Aunque, en el fondo  si dedicaseis un tiempo a reflexionar,  a lo mejor hasta llegabais a la misma conclusión que yo. Cuando te enfrentas  a esta posible pérdida hay que pelear con uñas y dientes, devanarse los sesos hasta encontrar una solución, intentarlo a toda costa sin perder el ánimo, ya que si no lo haces tú, nadie lo hará. Pero (y maldito pero), no hay que olvidar que en  la amistad, como en el amor, se habla de dos personas  (o más si se da el caso). Tú y el otro ser humano. Tú y tu amigo. Nos encontramos entonces con el concepto de reciprocidad. Imposible tirar de la cuerda eternamente sin la ayuda del otro, si este otro sólo significa un peso muerto que os empuja a ambos al abismo. Lo siento en el alma chato, pero (otra vez el odiado pero) las ganas se gastan. ¿Y entonces a qué te enfrentas?Ya no se limita a la situación que ha provocado vuestra ‘’ruptura’’, vuestra separación, ya sea esta producto de equivocaciones, mentiras y demás fallos humanos. No, yo me refiero a que para el otro tus perdones no bastan, tus intentos son inservibles, tus actos son dañinos, tus esperanzas de mejorar son vanas, tus palabras son inútiles, y TÚ eres el enemigo. ¿Cómo hemos llegado a esto?¿Cómo tú, mi amigo del alma, mi confidente, mi compañero de aventuras te has convertido en mi enemigo? No lo sé.
(Sólo os pido que me dejéis luchar por esto)
eme.a

1 comentario: